Investigación sobre los costos del agua potable: (V) La competencia desatada en la industria del cloro y de la soda genera fuertes bajas en los precios y una de las empresas corre el riesgo de perder privilegios mantenidos durante décadas.
Víctor L. Bacchetta, en Sudestada, 17/1/18.
Hay dos cuestiones fundamentales en juego con la producción y venta de cloro, soda cáustica y sus derivados. Una es la importancia de estos productos para la potabilización del agua y la higiene general de la población. Y la otra es el impacto ambiental de los residuos de mercurio o asbesto de la electrolisis para producirlos.
Los graves accidentes ocurridos con el mercurio y el surgimiento de una tecnología limpia sentaron la base del proceso de negociación internacional para decidir qué hacer con esta industria.
Uruguay fue uno de los impulsores de la firma en el año 2013 del Convenio de Minamata sobre el Mercurio así llamado para recordar la catástrofe sanitaria y ambiental provocada por los efluentes de una planta industrial de Chisso, en Japón. Este convenio obliga a los signatarios a aplicar controles estrictos de las emisiones de mercurio y fijó en 2025 el límite para el cierre definitivo de las fábricas que usan ese metal. El desempeño del país enfrenta, sin embargo, obstáculos para cumplir cabalmente esos compromisos.
A fines de la década de 1970, tras el cierre de otras fábricas, Efice SA se convirtió en la única empresa productora de cloro y de soda en Uruguay. Aprovechando esa situación, apelando al origen nacional de su capital y el rol “estratégico” de la industria, Efice pasó a imponer precios arbitrarios al Estado y el público.
Desde hace tiempo, esta empresa viene dilatando varias exigencias de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) para mitigar -y a la larga eliminar- los impactos ambientales de la tecnología con mercurio de su proceso.
Efice usufructuó de ese monopolio en el mercado nacional hasta hace un año, cuando comenzó a ser cuestionada en varios frentes. Una firma importadora ofreció venderle cloro a OSE a un precio sustancialmente menor y algo semejante está ocurriendo en el comercio privado por la instalación de otra empresa productora de hipoclorito. Incluso en el caso de esta última firma se le agrega el aliciente de que su producción la realiza de forma limpia, con celdas de membrana, lo que expone la obsoleta tecnología mercurial utilizada por Efice.
Solo hay un antecedente de una situación similar en 1999 cuando INUR SA comenzó a producir hipoclorito de sodio y Efice se lanzó a bloquearla por todos los medios. Se desató una guerra de precios que los hizo bajar rápidamente. Al final, por la presión de los distribuidores, Efice alcanzó un acuerdo con INUR de que le vendería hipoclorito a su costo de producción a cambio de paralizar la planta. Así se tranquilizó el mercado e INUR pasó a ser un distribuidor más, con los precios fijados por Efice.
Los reflejos de Efice ante sus rivales
El 31 de octubre de 2016, OSE hizo el llamado de una licitación pública internacional (LPI N°16.560) para suministrar 1.500 toneladas de cloro líquido a la planta de Aguas Corrientes. Cuando se abrieron los sobres, el 1° de diciembre siguiente, por primera vez en décadas, había dos propuestas, una previsible de Efice y otra de Habilis SA, que traería el producto desde Estados Unidos. Se trata de una empresa importadora que había suministrado a OSE otros artículos e insumos, pero nunca cloro.
El 8 de febrero de 2017, recomendado por la Comisión Asesora de Adjudicación de Licitaciones (CAAL), el directorio de OSE otorgó la compra a Habilis SA por razones de menor precio. Efice cotizó a 2.068 dólares y Habilis a 1.480 dólares la tonelada de cloro líquido, un 28,43% menos. La decisión de OSE implicaba un gasto de 2:220.030 dólares, sin impuestos, y un ahorro ante la oferta de Efice cercano al millón de dólares, exactamente 881.970 dólares.
Invocando su historia de único proveedor, Efice presentó de inmediato un recurso de revocación y anulación del fallo, alegando varios incumplimientos al Pliego de Condiciones. La Asesoría Letrada de OSE ratificó lo actuado y, el 5 de julio, el directorio desestimó la revocación, con lo cual el recurso de anulación pasó al Poder Ejecutivo. El 28 de agosto, la Asesoría Jurídica del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA) rechazó la anulación.
El 25 de octubre, ante una observación usual del Tribunal de Cuentas, el directorio de OSE reiteró el gasto demandado por la licitación N°16.560. Sorpresivamente, el 30 de noviembre, cuando el recurso ya había pasado a la última instancia ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo (TCA), el Poder Ejecutivo anuló la adjudicación a Habilis del 8 de febrero y le dio la razón a Efice. Sin otra alternativa legal, el 27 de diciembre, el directorio de OSE acató la decisión superior y anuló la licitación.
¿Cómo pueden existir criterios legales tan disímiles entre las asesorías jurídicas de OSE y del MVOTMA, de un lado, y la Asesoría Jurídica de la Presidencia y la Fiscalía de Gobierno, del otro? No se puede atribuir falta de idoneidad a esas asesorías, por lo que las diferencias son políticas, no jurídicas. El significado de lo ocurrido es que ante la posibilidad de habilitar la competencia, con notorios beneficios económicos, se optó por defender al monopolio. Pero esta historia no terminó aquí.
Una decisión en tales condiciones tiene consecuencias. Habilis recibió la notificación formal a fines de diciembre y, según supo Sudestada, decidirá si emprende acciones legales una vez concluida la feria judicial. El 1° de febrero hay dos caminos posibles, recurrir tal como hizo Efice la decisión del Poder Ejecutivo y, sin ser excluyente de lo anterior, la demanda por daños y perjuicios al haber realizado importaciones y otras inversiones para atender la compra adjudicada 11 meses atrás.
Pero hay algo más novedoso. Una semana antes de acatar la decisión presidencial, el 21 de diciembre, por el mecanismo de compras directas, OSE adjudicó a Habilis una adquisición de 13,5 toneladas de cloro líquido, en desmedro de la oferta más cara de Efice. El monopolio recurrió esa decisión y pretendió que la apelación tuviera efecto suspensivo sobre la compra, pero OSE no lo aceptó alegando que era para atender las necesidades inmediatas de su servicio de agua potable.
Paralelamente, surgió una disputa semejante en la venta de hipoclorito de sodio, más conocido por el público como Lavandina, Agua Jane, etc. La entrada en el mercado de la firma Alliance, con una producción en celdas de membrana, puso en tela de juicio la política comercial y la tecnología utilizadas por Efice. El monopolio intentó desbancar al rival bajando los precios, pero Alliance dice tener mayor margen, los precios a los distribuidores bajaron un 50% y surgieron fricciones entre ellos.
Alliance es una asociación entre la firma Klaff Realty, un fondo de inversión del banco estadounidense Goldman Sachs, y AVS Technology, una empresa conformada por uruguayos, argentinos y alemanes, con experiencia en la operación de pequeñas plantas de cloro-soda con celdas de membrana en Brasil y España. Las plantas de Alliance tienen una estructura modular que les permite multiplicar la producción y, si hace falta, puede llegar a cubrir el 100 % del mercado uruguayo.
Hace un año, el presidente y propietario de Efice, Néstor Gómez Alcorta, dijo a El Observador: «Estamos acostumbrados a competir porque siempre tomamos los precios que saldría importar de Brasil o Argentina, que tienen gigantes en producción de cloro y soda, siendo nuestra única ventaja competitiva el costo del flete». Las declaraciones de Gómez Alcorta no se compadecen con los hechos y ha subestimado a unos rivales que están dejando en evidencia sus prácticas monopólicas.
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