La multinacional de origen finlandés y las empresas forestales están manipulando conclusiones de trabajos científicos e informaciones oficiales para justificar un aumento de las plantaciones.
Víctor L. Bacchetta, en Sudestada
“¿Se regenera el campo natural después de la forestación? Sí. Estudios de la Universidad de la República (UDELAR) demuestran que el campo natural tiene una alta capacidad de regenerarse en el campo luego del uso forestal. Incluso, la recuperación es más rápida que en los casos de agricultura intensiva”, es la afirmación tajante de un artículo publicado en el blog de UPM, que cuestiona lo dicho hasta este momento por las investigaciones científicas conocidas.
“De hecho –agrega -, en numerosas ocasiones, luego de transcurrido un lapso considerable, es prácticamente imposible diferenciar un campo que fue transformado y luego se regeneró, de otro que no tuvo intervención humana”. De ser así, estarían equivocados numerosos estudios que hablan de los impactos negativos sobre el agua y la fertilidad de la tierra de las plantaciones en gran escala de pinos y eucaliptos como las utilizadas para la producción de celulosa.
¿De dónde extrae UPM esas conclusiones? Para no estar hablando de diferentes publicaciones, solicitamos a la empresa, y nos envió, las referencias de su artículo. Son dos tesis de maestría presentadas en la Facultad de Agronomía: “Estudio de la regeneración inicial de la vegetación posterior al uso forestal”, de Ivana Cardozo Olivera, y “Estructura y composición del banco de semillas del suelo en campo natural y áreas forestadas”, de Silvana Piastri Lombardo.
“El avance de la agricultura y la silvicultura sobre áreas de campo natural representa una amenaza para la conservación de este ecosistema, donde se ven perjudicadas especies nativas con alto valor forrajero para la producción animal”, expresa la tesis de Piastri. Para realizar ambos estudios, se compararon durante dos años parcelas forestadas con pinos y eucaliptos, antes y después de ser cosechados, con parcelas de campo natural.
El hecho es que, en cuanto a las conclusiones, en ninguno de los dos estudios se dice lo que afirma UPM sobre la regeneración del campo natural. La tesis de Cardozo no muestra resultados contundentes que indiquen una restauración de la comunidad de especies del campo natural. Citamos:
“Nuestros resultados indican la existencia de similitud en la composición de la vegetación regenerada inicialmente y la del campo natural, lo que no permite afirmar que esta vegetación, presente en poscorte de los árboles, llegue a regenerar una vegetación que iguale, en cuanto a términos de servicios ecosistémicos, al campo natural, al menos en el corto o mediano plazo (Vitousek 1994; Leidinger et al. 2017)”, expresa Cardozo.
“Sería necesario -agrega a continuación la publicación -, un mayor período de estudio debido a que, según la Sociedad Internacional de Restauración Ecológica (SER 2004), para considerar que una comunidad vegetal alcanzó una restauración exitosa, esta debe poseer especies características de la comunidad de referencia y que además provean una estructura apropiada, para lo cual es necesario una mayor evolución de la sucesión secundaria”.
En cuanto al banco de semillas del suelo, Piastri señala menor diversidad y equidad en las áreas forestadas en comparación con el campo natural y, lo que es considerado más importante por los investigadores, en las áreas forestadas observa dominancia de especies arvenses, comunes en ambientes agrícolas, con menor importancia de gramíneas, que son las dominantes en el pastizal natural. Son diferencias muy importantes entre el banco de semillas de las áreas forestadas y el del campo natural.
Hoy existen innumerables investigaciones científicas nacionales e internacionales que han verificado el empobrecimiento, en nutrientes y minerales, y la acidificación del suelo de praderas naturales bajo las plantaciones en gran escala de pinos y eucaliptos, pero UPM pretende desmentir o aminorar esos impactos. La Sociedad de Productores Forestales (SPF), que reúne a tas empresas del sector llega a afirmar que las plantaciones brindan los mismos servicios ecosistémicos, ambientales, que el bosque nativo.
Desayuno Forestal 2024
“Si la forestación en Uruguay avanzara al 9% del territorio habría un aporte adicional de US$ 2.400 millones al Producto Bruto Interno (PBI); US$ 1.900 millones más por exportaciones; y US$ 110 millones extra para las arcas públicas”. Esta es la proyección mentirosa del impacto en la economía uruguaya del posible desarrollo del sector, presentada por la SPF a representantes de los partidos políticos, el pasado 17 de setiembre, en el Radisson Victoria Plaza.
“Hacia el futuro de la forestación” fue el título de la sexta versión de los Desayunos Forestales realizada por la SPF para los asesores en agro de los partidos con representación parlamentaria, en plena campaña este año hacia las elecciones nacionales: Conrado Ferber, por el Partido Nacional, Carlos María Uriarte, por el Partido Colorado, Mario Bergara, por el Frente Amplio, Gonzalo Brum, por Cabildo Abierto, y Carlos Sanmarco, por el Partido Independiente.
Las exposiciones estuvieron a cargo de Lucía Basso, presidenta de la SPF, y de Ignacio Munyo, director del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres). Basso resumió tres condiciones necesarias para el desarrollo del sector: que las reglas sean claras, consistentes, no discrecionales y basadas en criterios técnicos; agilizar los tiempos y evitar los obstáculos de la burocracia; y continuar mejorando “nuestra infraestructura” (sic), o sea, la del país.
La presidenta de la SPF lo anunció y el director de Ceres aseguró que el sector forestal “ya es el principal rubro de exportación de bienes” (sic). Una falsedad repetida hasta el cansancio porque, en rigor, Uruguay solo exporta troncos de árboles hacia las zonas francas donde se encuentran las plantas de celulosa de UPM y Montes del Plata. En consecuencia, lo que se vende al exterior desde las zonas francas no realiza ningún aporte económico o fiscal para el país.
El planteo de llegar al 9% del territorio nacional, significaría agregar más de 300.000 hectáreas a 1:200.000 hectáreas de plantaciones de la actualidad. Y ese incremento coincide prácticamente con el volumen de madera necesario para instalar una nueva planta de celulosa. Esa posibilidad se viene manejando desde la construcción de la planta de UPM en Durazno, cuando algunos de sus técnicos ya hacían planes para trasladarse en la próxima obra al este del país.
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